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La música sincroniza los cerebros de los artistas intérpretes o ejecutantes y su audiencia


Increíble, lamentablemente ya no pude tener acceso al artículo.

https://www.scientificamerican.com/article/music-synchronizes-the-brains-of-performers-and-their-audience/

Cuanto más disfruta la gente con la música, más parecida es su actividad cerebral a la del músico


2 de junio de 2020 - Robert Martone 





Los neurocientíficos recrean la canción de Pink Floyd a partir de la actividad cerebral de los oyentes


La inteligencia artificial ha convertido las señales eléctricas del cerebro en rock clásico algo un tanto confuso.

https://www.scientificamerican.com/article/neuroscientists-re-create-pink-floyd-song-from-listeners-brain-activity/

Los registros del comienzo y del fin de lo que oímos son procesados por distintos canales neuronales

http://www.tendencias21.net/Descubren-como-el-cerebro-escucha-el-sonido-del-silencio_a4104.html

Hasta ahora, se pensaba que la percepción del inicio y del final de los sonidos se procesaba en el mismo canal neuronal. Ahora, un nuevo estudio ha demostrado que el cerebro emplea dos canales de conexiones neuronales distintos e independientes entre sí para procesar el inicio o el final de los sonidos. Este hallazgo, que aclara, por ejemplo, cómo somos capaces de conocer el límite de las palabras, servirá para mejorar las terapias para personas con déficit en el lenguaje, y también para diseñar dispositivos de ayuda a la audición más eficientes. Por Yaiza Martínez.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Oregón, en Estados Unidos, ha conseguido definir un canal de sinapsis o conexiones neuronales vinculado a la audición e independiente dentro de la corteza auditiva del cerebro.

Este canal, afirman los científicos, se ocuparía específicamente de detener el procesamiento del sonido por parte del cerebro en el momento adecuado y, por tanto, resultaría clave para la escucha y para la comprensión de lo que escuchamos.

Hasta ahora, se creía que el registro de la aparición de un sonido y el registro de su subsecuente desaparición por parte del cerebro eran ambos llevados a cabo por el mismo canal, por lo que este nuevo descubrimiento contradice una suposición anterior, que ha sido mantenida durante mucho tiempo.

De la aurícula al lóbulo temporal

Por el contrario, el presente hallazgo respaldaría una hipótesis emergente que señalaba que un conjunto separado de sinapsis podría ser el responsable del procesamiento del fin de las señales sonoras, informa la Universidad de Oregón en un comunicado.

Según explican los científicos en un artículo aparecido en la revista especializada Neuron, las neuronas de la corteza visual, somatosensorial y auditiva pueden responder todas tanto a la finalización como al inicio de los estímulos sensoriales.

En lo que respecta a la corteza auditiva, hasta ahora se había pensado que las respuestas a dicha finalización de las señales sonoras surgirían a partir de un rebote post-inhibitorio, pero esta hipótesis nunca había sido comprobada directamente.

Michael Wehr, profesor de psicología, miembro del Instituto de Neurociencias de dicha universidad y uno de los autores de la presente investigación, señala que, gracias las comprobaciones realizadas en esta nueva investigación, se ha constatado la existencia de un canal completo e independiente que va desde la aurícula al cerebro, y que está especializado en el procesamiento de los desequilibrios sonoros.

Éste y otro canal alcanzarían finalmente juntos una región del cerebro llamada corteza auditiva y que está situada en el llamado lóbulo temporal del cerebro, un área que contiene las neuronas que captan las características sonoras. El lóbulo temporal también contiene neuronas relacionadas con la comprensión del lenguaje, con la memoria y con el aprendizaje.
 
Comprobado en ratas

Para la investigación, Wehr y dos estudiantes colaboradores (Ben Scholl y Xiang Gao) registraron la actividad de las neuronas y sus sinapsis conectoras en cerebros de ratas, que fueron expuestas a apariciones sonoras de milisegundos de duración.

Las respuestas neuronales a estas señales sonoras fueron medidas en el inicio y al final de cada sonido. Los científicos probaron varias frecuencias y duraciones de los sonidos en una serie de experimentos.

De esta forma, se constató que un conjunto de sinapsis respondían “muy fuertemente al inicio de los sonidos”, y que era otro grupo diferente de sinapsis el que respondía a la repentina desaparición de dichos sonidos.

Por otro lado, se pudo ver que no existía superposición alguna entre los dos conjuntos de neuronas activados al inicio y al final de los sonidos.

Es decir, que el final de un sonido no afectaba a la respuesta neuronal ante otro sonido nuevo, lo que refuerza aún más la idea de canales distintos de procesamiento del inicio y del final de las señales sonoras.

Por otra parte, los investigadores de la Universidad de Oregón han podido constatar que las respuestas al final de un sonido implican una frecuencia de afinación, una duración y una amplitud neuronales diferentes a las que se producen en el procesamiento del inicio del sonido.

Estas diferencias en los modos de procesar las señales auditivas al inicio y al final de éstas coinciden con planteamientos aparecidos en al menos tres estudios anteriores realizados al respecto en la última década.

Posibles aplicaciones

Según explica Wehr, “ser capaces de percibir cuando se detiene un sonido resulta muy importante para el procesamiento del discurso. Uno de los problemas verdaderamente difíciles del discurso es encontrar los límites de las palabras. En realidad, aún no se comprende muy bien cómo el cerebro establece esa diferencia”.
Pero el presente estudio, según cree Wehr, ha dado a conocer ciertos mecanismos cerebrales esenciales para la identificación de los límites necesarios entre palabras, y que nos permiten reconocer y escuchar con acierto el discurso de otros.
Estos hallazgos, que han aumentado el conocimiento sobre cómo el cerebro procesa las señales sonoras, podrían propiciar la aparición de nuevas terapias especializadas o la mejora de los dispositivos de ayuda a la audición.

Por otro lado, podrían resultar útiles a la hora de diseñar tratamientos destinados a niños con déficits en el lenguaje y en el aprendizaje. Por ejemplo, se sabe que las personas con dislexia tienen problemas para definir los límites de los sonidos en el discurso, por lo que tratar las áreas identificas podría ayudar a potenciar sus capacidades.

No solo en audio... el rol de la vista al juzgar lo que se come.

Algunos creen que no ver al oir en pruebas ciegas o ABX se produce un mejor juicio de valoración, mi parecer es que las pruebas ciegas arrojan resultados ciertos siempre y cuando realmente la escucha humana aislada de otros sentidos como vista y tacto pueda operar al 100%. En este ejemplo al menos queda claro que si no se ve lo que se come se pierde la capacidad de juicio cobre la cantidad de lo ingerido y así de qu;e tan saciado está uno.

Interesante, hay restaurantes a oscuras con la misma premisa que el ABX, que así se obtiene una mejor y más aislada valoración de la comida y para deleite del paladar, (cosa que no encontré si es afirmativa en la prueba o no pues no es sobre ello) sin embargo aunque así fuera resulta que en términos cuantitativos se complica determinar cuanto se ha comido.

¿ Y si el gusto o estado de saciedad no fueran el único que requiriera de la vista para hacer mejores valoraciones y juicios ? ¿ Necesitará el oído apoyo de los otros sentidos ? Para mí es claro que sí, bueno, es mi sospecha desde hace mucho, tengo la impresión que en breve a San ABX patrono de los "ciegos" se le caerá su capillita a juzgar por los ultimos reportes en cuanto a la interacción de los sentidos para realizar sus funciones primordiales.

Aquí se habla de una investigación en la que se encuentra la interacción de escucha y sensaciones táctiles:
http://audiofilosmexicanos.blogspot.com/2010/05/para-escuchar-mejor-basta-apagar-todos.html
 
Una nota interesante sobre vista y saciedad.



Eating Food without Seeing It May Impede Ability to Judge Hunger

When you cannot see what you are eating, you lose your ability to accurately evaluate satiety

¿ Para escuchar mejor basta apagar todos los demás sentidos menos el auditivo ? ¿ Y la vista y piel / tacto no influyen ?

En una reciente investigación y aclaro para ser muy objetivo, aplicada principalmente al habla con pruebas en idioma inglés, el investigador Bryan Glick y Donald Derrick de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canada publicó una investigación en la que concluyen que micro vibraciones en la piel al momento de recibir un mensaje audible determinan también el modo en que las escuchamos. Hicieron una prueba en la que sonidos que requieren cierta exhalación fueron generados con otros que no, pero en los sujetos de prueba al emitirles sonidos son exhalación, independientemente en alguna extremidad o cuello recibian una ligera presión de aire o ligero soplido, el resultado es que creyeron escuchar un sonido pero de los del tipo que emiten naturalmente una exhalación o soplo al pronunciarlos.

MAS INTERESANTE AUN - retomando el asunto de las pruebas a doble ciego ABX - es leer que para estos investigadores la unión de percepción auditiva y visual NO VAN SEPARADAS. Es decir en VERDADERAS esferas de investigación esto se da ya por hecho, percepcion auditiva se respalda también en la visual y ahora según lo descubierto en lo tactil. Así que no nos preocupemos por lo que se dice en sitios y agrupaciones pseudo audiófilas y pseudio científicas creyentes del ABX con sus "pruebas y procedimientos científicos" pues al parecer su enfoque está sesgado, es inútil y demuestra profunda ignorancia del proceso perceptivo auditivo.



Dejo aquí algunos de los pocos documentos al respecto que pude encontrar, el primero un artículo de Henry Fountain, encargado de la sección de Ciencia en el periódico New Yoork Times, posteriormente el trabajo de Bryan Glick, Donald Derrick y Peter Anderson, lamentablemente su nvestigación no está disponible libremente, cuesta 25 USD la descarga.



Are you feeling it?


We hear with our ears, right? Yes, but scientists have known for years that we also hear with our eyes. In a landmark study published in 1976, researchers found that people integrate auditory cues and visual cues, like mouth and face movements, when they hear speech.

A new study that looks at a different set of sensory cues adds to a growing body of evidence that suggests the ability to use different senses to hear is innate.

In a paper in Nature, the international weekly journal, Bryan Glick and Donald Derrick of the University of British Columbia report that people can hear with their skin.

The researchers had subjects listen to spoken syllables while hooked up to a device that would simultaneously blow a tiny puff of air onto the skin of their hand or neck. The syllables included “pa” and “ta,” which produce a brief puff from the mouth when spoken, and “ba” and “da,” which don’t produce puffs. They found that when listeners heard “ba” or “da” while a puff of air was blown onto their skin, they perceived the sound as “pa” or “ta.”

Gick said the findings were similar to the 1976 study, in which visual cues trumped auditory ones—subjects listened to one syllable but perceived another because they were watching video of mouth movements corresponding to the second syllable. In his study, he said, cues from sensory receptors on the skin trumped the ears as well. “Our skin is doing the hearing for us,” he said.

Gick noted that it would normally be rare that someone actually sensed a puff of air produced by another, although people might occasionally sense their own puffs. Either way, he said, the stimulus is very subtle, “which suggests it is very powerful.”

“What’s so persuasive about this particular effect,’ he added, “is that people are picking up on this information that they don’t know they are using.” That supports the idea that integrating different sensory cues is innate.

Gick said the finding also suggested there might be other sensory cues at work in speech perception—that, as he put it, “we are these fantastic perception machines that take in all the information available to us and integrate it seamlessly.”

By Henry Fountain, The New York Times



Adivinanza audiófila: ¿ Más sginifica mejor ? | The Audiophiliac - CNET News

Audiophile conundrum: Does more equal better? The Audiophiliac - CNET News


Steve Guttenberg hace esta reflexión:

Un montón de audiófilos creen que más Watts, más potencia, rangos de sampleo digital más altos, platos de tornamesa más pesados, cajas acústicas con más bocinas o unidades o más canales de sonido siempre producirán un mejor sonido. No es necesariamente así.

No me malinterpreten, amo el audio High End. Pero también puedo decirle que revelaciones ocasionales de nirvana musical pueden proceder de equipos modestos. Algunas veces es más una cuestión de sincronía, donde mi estado de ánimo, la música, el equipo, y un montón de otras variables se alinean y el sonido me lleva a otro lugar.


Y sin duda asi sucede, considero incluso que muchas veces efectos como el burn in no es más que - en algunos casos, no todos ni siempre - la sincronía audiófila que Steve Guttenberg comenta. Un último momento gustoso de mi parte con equipo no tan sofisticado es mi Zune con audífonos Sennheiser PMX-200 o incluso con los CX-300II, pero el premio al gadget musical del año pasado en lo que a mi corresponde tendría que darselo al radio por internet y controlador Sanyo R227 y a un ampli integrado Luxman que me prestaron para pruebas.

Para finalizar con la misma intensión que Steve Guttenberg ¿ Y ustedes que momentos mágicos han tenido en un sistema Hi Fi sencillo o incluso su iPod han tenido ?

La música genera los mismos sentimientos en todo el mundo


La música sirve para ayudar a superar sin mayores dificultades las barreras entre las culturas, de acuerdo con un estudios del Instituto Max Planck de Neurología de Leipzig

EFE
El Universal
Berlín Viernes 20 de marzo de 2009



10:43 Los sentimientos expresados musicalmente se entienden igual en todo el mundo y la música logra superar sin mayores dificultades las barreras entre las culturas, según un estudio del Instituto Max Planck de Neurología de Leipzig.
Un grupo de trabajo, dirigido por Max Fritz, demostró que incluso etnias, como los mafa de Camerún, que nunca han tenido contacto con la música occidental, reconocen en ella las emociones básicas que expresa.

Los mafa, a su vez, producen música que era totalmente desconocida para personas provenientes de la cultura occidental y que participaron en el experimento.

El grupo de Fritz realizó dos experimentos de los que sacó sus conclusiones acerca de la capacidad de los seres humanos de reconocer la alegría, la pena o el miedo que se expresa piezas musicales pertenecientes a una cultura completamente ajena.

En el primero, se tocaron piezas breves para piano -compuestas siguiendo los
principios de la música europea- ante un grupo de mafas y otro de control formado por oyentes occidentales.


Tras cada una de las piezas los mafas debían relacionarlas con reproducciones de expresiones faciales de las que ya se ha mostrado que tienen una interpretación universal.

"Este primer experimento nos mostró ya que los mafa podían reconocer con éxito las tres emociones expresadas en la música occidental", explicó Fritz.

La música con un ritmo rápido, según Fritz, tiende a ser identificada con la alegría
mientras que para la tristeza o el miedo el ritmo es menos decisivo que la tonalidad.

En el segundo experimento se investigó si las sensaciones agradables o desagradables se transmiten de manera similar a través de la música mafa o de la música occidental.

"Ya se sabía que las consonancias en los países occidentales son percibidas como más agradables que las disonancias", dijo Fritz.

A partir de ello, el grupo de científicos quiso determinar si esto era igual entre los mafa.

Los mafas mostraron también una clara preferencia por las consonancias pero la diferencia entre la percepción de la disonancia y la consonancia no es tan marcada como entre los occidentales.

"Cuando a un oyente mafa le gusta una pieza musical, suele gustarle también una versión disonante de la misma, aunque menos", explicó Fritz.

mzr

Escuchar musica: mejor concentracion y circulación

ESO SI, QUE PENA POR MUCHOS DE LOS AUDIOFILOS DE ALTAS PRETENSIONES QUE LEJOS DE LOGRAR UN ESTADO AGRADABLE DE ESCUCHA PALCENTERA ESTAN SOLO TENSOS, NEUROTICOS Y HASTA HISTERICOS CON DESEMPEÑOS, DETALLITOS AQUI Y ALLA, LA ULTIMA OCTAVA, QUE SI EL SISTEMA DE X SONARA MEJOR O PEOR, EL GRAVE, EL SISEO, EL CUARTO, EL ACONDICIONAMIENTO ACUSTICO, ETC. ETC. PARA QUEDAR SOLO CON 10 MINUTOS DE ESCUCHA SANA.



A escuchar mas por gusto seniores


Encontre esta noticia en el portal de PS Audio y creo que es muy interesante por eso me puse a buscar la informacion en español para ustedes.

LONDRES, 22 Dic. (OTR/PRESS) -

La música amansa a las fieras... y mejora el ritmo cardiaco de los humanos. Esta es la principal conclusión del último estudio de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) que ha demostrado que escuchar música al menos media hora al día tiene efectos muy positivos en la circulación sanguínea a cualquier edad y a largo plazo. Sin embargo, no sirve cualquier tipo de música, sino que deben ser canciones que le gusten al individuo y que no le causen estrés mental al escucharlas.



El Centro de Cardiología Preventiva de la Universidad de Maryland sostiene, tras realizar su estudio, que la música actúa en el organismo humano activando la segregación en el flujo sanguíneo de óxido nítrico, que ayuda a prevenir el crecimiento de coágulos y el colesterol dañino para la salud. "El efecto de la música en la sangre dura sólo unos pocos segundos, pero el beneficio acumulativo de las canciones favoritas de uno permanece y puede ser muy positivo para individuos de todas las edades", explica Michael Miller.



Miller, director del Centro de Cardiología Preventiva de la Universidad de Maryland y responsable del estudio, explica que investigaron los efectos de la música en el organismo humano buscando "tratamientos más baratos y no farmacológicos" para mejorar la salud de sus pacientes, según informaciones del diario británico 'The Times' recogidas por otr/press. "Creemos que ésta es la prescripción", concluye el investigador, que afirma que media hora de música al día, a largo plazo, puede resultar muy beneficiosa para la circulación sanguínea.



El estudio de la Universidad de Maryland se basó en análisis de hombres y mujeres en buen estado de salud y no fumadores de una edad media de 36 años. Los voluntarios que escucharon música que encontraban agradable durante el estudio vieron cómo el diámetro de sus venas crecía hasta un 26 por ciento. Esto indica, según Miller, que el óxido nítrico fue segregado y se expandió por el cuerpo de los sujetos del estudio, reduciendo tanto los coágulos que podrían haberse formado como el LDL, una forma de colesterol relacionada con el colesterol dañino.



CANCIONES BENEFICIOSAS

Miller asegura que no es tanto el tipo de música que se escuche como el grado de aceptación que ésta tenga en cada persona. Sin embargo, señala que ciertos tipos de música más 'estresante', puede llegar a provocar que las venas se constriñan un 6 por ciento, el mismo efecto que tendría comerse una gran hamburguesa, según el estudio. Los investigadores identificaron este tipo de música como el rap o el heavy metal. Del mismo modo, aconsejan que se evite escuchar cualquier tipo de música que resulte irritante para los oídos, porque sus efectos son similares a ser fumador pasivo.



Este estudio se ha realizado en la misma línea de otros ya presentados, como el de la Universidad de Brunel, que vino a demostrar lo que los dueños de los gimnasios ya sabían: la música puede mejorar el humor de una persona y mejorar la actuación atlética. Así, se comprobó que canciones de los Red Hot Chili Peppers, Madonna, Queen o Rihanna aumentaban la resistencia en un 15 por ciento sin que los sujetos que participaban en el experimento se dieran cuenta de que estaban rindiendo mucho más de lo que lo hacían de forma habitual.



Otro estudio, de la Universidad de Stanford, cerca de San Francisco (California) descubrió que escuchar sinfonías del siglo XVIII podía mejorar la capacidad de concentración de los sujetos que participaban en su estudio.




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Tomado del sitio de PS Audio

Researchers have found that music can affect people, animals and even plants in many ways. Now, several small-scale studies suggest some surprising benefits of listening to music, from the brain down to the blood vessels.



A team at Stanford University’s School of Medicine found that listening to music might hold an adaptive evolutionary purpose. The researchers used functional magnetic resonance imaging to gauge activity in 18 people’s brains as they listened to obscure 18th-century symphonies.



The team found that activity in the regions of the brain associated with paying attention, making predictions and updating events peaked during the short periods of silence between movements.



Published last year in the journal Neuron, the study provides a glimpse of how the brain organizes events, says lead author Vinod Menon, and suggests that listening to music can help sharpen the ability to anticipate events and sustain focus.



Finnish researchers have found that music could help aid cognitive recovery soon after a stroke.



The study, which followed 54 patients and was published February in the journal Brain, found that verbal memory and focused attention improved significantly more in stroke patients who listened to their favorite music several hours daily than in those patients who listened to audio books or to nothing at all.



Patients were randomly assigned to the music group and listened to the music for at least an hour daily, for two months, during their acute recovery phase.



Listening to your favorite music can also promote the functioning of blood vessels, according to a new study out of the University of Maryland School of Medicine. Researchers found that the diameter of the average upper-arm blood vessel expanded by 26% when subjects listened to music they had previously selected for making them feel joyful.



The diameter constricted by 6% when subjects listened to music that made them feel anxious.



Blood-vessel expansion indicates nitric oxide is being released, which can reduce the formation of blood clots and LDL, the so-called bad cholesterol, according to Michael Miller, the study’s principal investigator and director of preventive cardiology at the medical center. The results were presented in November before theAmerican Heart Association.



Other new studies confirm old hunches. A team at Brunel University inEngland found that certain music deemed motivational can enhance a recreational athlete’s endurance and increase pleasure while exercising. In blind experiments on 30 participants, tracks from artists like Queen, Madonna and the Red Hot Chili Peppers increased endurance on a treadmill by up to 15%, says Costas Karageorghis, a reader in sports psychology at Brunel. Recreational athletes might be served well by picking workout music that is up-tempo, has “bright, major harmonies” and is studded with encouraging phrases, says Mr. Karageorghis.



“There’s a reason Olivia Newton-John’s ‘Let’s Get Physical’ was a huge hit” for workouts, he says.




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Redacción
El Universal
Miércoles 24 de diciembre de 2008


Escuchar música al menos media hora al día tiene efectos muy positivos en la circulación sanguinea en personas de cualquier edad y a largo plazo, es lo que señala un estudio cientifico realizado recientemente en la Universidad de Maryland, en Estados Unidos.



No obstante , ésto no tendría ningún efecto si se escucha cualquier tipo de música, sino que deben ser canciones que le gusten a la persona y que no le causen estrés mental al momento de escucharlas.



La música actúa en el organismo de los humanos activando la segregación en el flujo sanguineo de óxido nitrico, el cuál ayuda a prevenir que los coágulos crezcan y que no aumente el colesterol que es dañino para la salud, sostiene el Centro de Cardiología Preventiva de la Universidad Estadounidense.



"El efecto de la música en la sangre dura sólo unos pocos segundos, pero el beneficio acumulativo de las canciones favoritas de uno permanece y puede ser muy positivo para individuos de todas las edades", indicó Michael Miller,director del Centro de Cardiología Preventiva de la Universidad de Maryland quien fue responsable del estudio.



Así mismo explico que se llevo a cabo la investigación sobre los efectos de la música en el organismo humano en busca de "tratamientos más baratos y no farmacológicos", esto para mejorar la salud de sus pacientes, según informacion de La Tercera.



El investigador concluyó indicando que se cree que "ésta es la prescripción", que afirma que escuchar media hora de música agradable a la persona , a largo plazo, puede resultar muy beneficiosa para la circulación sanguinea.



Las personas que se sumaron como voluntarios en este estudio, pudieron observar cómo el diametro de sus venas crecía hasta un 26% mientras escuchaban música que encontraban agradable. El estudio se basó en análisis de hombres y mujeres en buen estado de salud y no fumadores de una edad promedio de 36 años.



Según Miller, esto indica que el óxido nítrico fue segregado y se expandió por el cuerpo de las personas del estudio, lo que redujo los coágulos que podrían haberse formado como el LDL, que es una forma de colesterol relacionada con el colesterol dañino.



Lo que más influye no es tanto el tipo de música que se escuche, sino el grado de aceptación que ésta tenga en cada persona, aseguró el responsable del estudio, sin embrago ciertos tipos de música más estresante puede llegar a provocar que las venas se contraigan un 6%, esto es el mismo efecto que provoca el comer una gran hamburguesa, según el estudio



El tipo de música que podría provocar estos efectos serían el rap o el heavy metal, identificaron los investigadores. De igual manera se aconseja que se evite escuchar cualquier tipo de música que resulte irritante para los oídos, ya que sus efectos son similares a los de un fumador pasivo.



El estudio se realizó en la misma linea de otros que ya han sido presentados, como el de la Universida de Brunel, en el Reino Unido, el cual demostró que la música puede mejorar elhumor de una persona y mejorar el rendimiento atlético.



Los sujetos que participaron en el experimento no se dieron cuenta de que estaban rindiendo mucho más de lo que lo hacían de forma habitual, aumentaron su resistencia en un 15% al escuchar sus canciones favoritas.



También se observó durante el estudio que escuchar sinfonías del siglo XVIII puede mejorar la capacidad de concentración de las personas

Neurobiología de la experiencia musical: la música y la mente humana

Neurobiología de la experiencia musical: la música y la mente humana
Mara Dierssen 12/03/04


Biomedia (Barcelona). La música es un fenómeno complejo, difícil de definir desde una perspectiva neurobiológica. Desde el punto de vista perceptivo se producen en ella variaciones combinadas de prácticamente todos los parámetros acústicos, dándose al tiempo lo simultáneo y lo sucesivo, acordes dentro de conjuntos de acordes y de conjuntos de timbres insertos en marcos armónicos cambiantes y dinámicos. Desde el punto de vista ejecutivo, la música requiere el desarrollo y la integración de programas motores complejos y elevados niveles de competencia en tareas visuoespaciales, secuenciales y propioceptivas en relación con tareas motrices concretas. Finalmente, existe una cualidad musical especialmente relevante para determinados sectores de músicos profesionales, como los directores o los compositores. Se trata de la memoria tonal, o memoria para configuraciones secuenciales de tonos, y de la imaginería auditiva o audiación, entendida como la representación auditiva musical en ausencia de sonido físico.

Darwin expresó su total incomprensión acerca de la función biológica de la música en el ser humano. Sin embargo, se trata de un fenómeno ciertamente transcultural, al igual que la existencia del lenguaje o de las emociones, y cuya magnitud conduce inexorablemente a la conclusión de que en nuestro cerebro existe un impulso básico que nos anima a escuchar o a producir música y, por tanto, ha de existir un sustrato neurobiológico que sustente tal función y que justifique la habilidad musical implícita del cerebro humano. Efectivamente, para ser algo carente de significación concreta, el esfuerzo empleado en crear o reproducir música es realmente ingente. Sin hablar de la inversión económica que supone y de las incontables obras que existen, transcritas o no. La habilidad musical, sin embargo, y al contrario que la ligüística, no es universal, sino que es desarrollada únicamente por algunas personas. Aún permanecen sin esclarecer las causas genéticas o ambientales que determinan la existencia o el desarrollo de tal habilidad, pero es evidente que la interpretación y la composición musical entrañan un número considerable de habilidades perceptivas sensoriovisuales, sensorioauditivas y sensoriomotoras.

Un paseo por la mente: el sustrato morfológico
Para poder abordar desde una perspectiva científica la experiencia musical, con el entramado de procesos que intervienen, tanto en la esfera cognitiva como en la emocional, hemos de iniciar un breve recorrido por los laberintos de nuestro cerebro. No es tarea fácil, ya que se trata de la estructura más compleja de todas las que conocemos, cuya construcción no se atiene a principios o a propósitos conocidos.

El cerebro contiene unos cien mil millones de neuronas (el mismo orden de magnitud que las estrellas de la vía Láctea), que Don Santiago Ramón y Cajal definió como «las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental». La neurona, en efecto, es la unidad funcional de nuestro cerebro, si bien no está sola en la misión de construir las señales informativas de nuestro cerebro. Otras estirpes celulares participan también en la generación y modulación de la actividad cerebral, permitiendo, por ejemplo, que la información viaje a una enorme velocidad a lo largo de las vías nerviosas. La neurona se caracteriza por poseer una compleja maquinaria celular, básicamente al servicio de la comunicación con otras neuronas. Esta maquinaria está orquestada desde el núcleo a través de la activación (o expresión) y del silenciamiento de genes concretos con un ritmo temporal y sujetos a los acontecimientos que se producen en el microentorno celular. Para establecer la comunicación con otras neuronas, cada una de ellas lanza prolongaciones (axones) que, a modo de largos cables, alcanzan el cuerpo o las prolongaciones de otras neuronas, siendo el punto de contacto denominado sinapsis. Pero, ¿cuál es el lenguaje que utilizan las neuronas? Se trata de un lenguaje eléctrico y químico, de forma que si introducimos un fino electrodo dentro del cuerpo neuronal podemos detectar la presencia de actividad eléctrica en ella. Cuando esta corriente eléctrica, el impulso nervioso, que se propaga a través de las prolongaciones neuronales, alcanza las sinapsis, se liberan al medio minúsculas cantidades de unas moléculas químicas que denominamos, en base a su función neurotransmisores. Estas moléculas transmiten una información que es interpretada por la neurona diana, y así, cuando ésta recibe la molécula química, se producen en su interior toda una serie de cambios celulares, que afectan incluso a la maquinaria genética. Las neuronas se encuentran organizadas a su vez en redes neuronales que comparten mecanismos similares de procesamiento de la información, de forma que elementos concretos de procesamiento concreto pueden, de hecho, localizarse en regiones cerebrales discretas.

Cada red posee además su propia memoria funcional (memoria auditiva, memoria visual, memoria ligüística o memoria musical). Sin embargo, es igualmente cierto que una sección dada de tejido nervioso participa en muchas redes neurales, de tal forma que las conductas o los conceptos derivan de sistemas neurales parcialmente superpuestos. Estas señales se producen como consecuencia de la experiencia, de los estímulos que rodean al individuo que, de esta forma, afectarán al funcionamiento de áreas cerebrales concretas, provocando finalmente una respuesta conductual del individuo. Esta respuesta no será siempre inmediata o refleja, sino que, en la mayor parte de los casos, el cerebro comparará con experiencias previas para decidir qué respuesta conductual es la más adecuada. Así, la conducta que da lugar a consecuencias indeseables se extingue, mientras que aquella que produce consecuencias gratificantes se refuerza y repite.

Es más, esta mente consciente, aún la más racional y planificadora, opera bajo la influencia permanente de la realidad afectiva. Las emociones condicionan en alto grado el desarrollo de la motivación y ésta es el elemento impulsor más poderoso de la conducta. Es evidente el importante componente afectivo del procesamiento musical; la música es un poderoso instrumento para evocar emociones y lo hace a través de las áreas cerebrales encargadas de esta función biológica, sugiriendo la existencia de una conexión directa de las áreas sensoriales corticales activadas con estas áreas subcorticales. Sin embargo, el análisis perceptivo de la experiencia sonora depende de áreas diferentes a las activadas por el componente emocional de ésta.

Música y emoción: están tocando nuestra canción
La música es capaz de evocar emociones de forma poderosa. Ello resulta intrigante, pues la música, al contrario de otros estímulos capaces de evocar emociones, como los olores, sabores o las expresiones faciales, no posee, al menos de forma obvia, un valor intrínseco biológico o de supervivencia. Se han caracterizado algunas de las respuestas fisiológicas que se producen en respuesta a la música, pero los correlatos neurales de las respuestas emocionales a la música, su relación con la percepción musical o con otras formas de emoción no han sido definidas. Una forma de poder objetivar estas repuestas es medir las emociones negativas generadas por las disonancias o la desafinación, que parecen ser relativamente consistentes y estables, sin estar influenciadas por las preferencias musicales. Sin embargo, la respuesta a la disonancia es un fenómeno cultural, de forma que los oyentes occidentales, acostumbrados a un tipo de música generalmente tonal responden de forma más intensa a la disonancia, incluso en ausencia de un entrenamiento musical. Ello refleja, posiblemente, la internalización de las reglas tonales, y la reacción frente a la trasgresión de éstas.

Se ha comprobado que la percepción de estímulos musicales placenteros o displacenteros produce cambios en algunos de los sistemas de neurotransmisión cerebrales. Así, la audición de estímulos musicales desagradables produce un incremento en los niveles cerebrales de serotonina, una neurohormona que ha sido relacionada con fenómenos cono la depresión o la agresividad e incluso se ha podido correlacionar el grado de displacer con el incremento de sus niveles (Evers y col., 2000).

El impacto de la experiencia musical sobre la esfera emocional es especialmente importante en determinados colectivo, como el de los adolescentes, en los que tiene una función integradora, ya que les permite formar una imagen del mundo exterior y satisfacer sus necesidades emocionales.

De todo ello podemos concluir que la música ejerce un poderoso impacto sobre una estructura en la enorme plasticidad del cerebro que emerge de la interacción de fuerzas de carácter genético y ambiental. En los últimos años se ha renovado el interés por estudiar al ser humano desde una perspectiva integradora, sin olvidar el sustrato neurobiológico sobre el que se asientan los fenómenos mentales, sin caer en el organicismo radical. En el momento actual existen innumerables argumentos científicos que sustentan un modelo de organización de sistemas en el que los aspectos físicoquímicos o celulares afectan a niveles superiores de organización. Así, los cambios neuroquímicos que la música es capaz de producir en la química del cerebro tendrán consecuencias conductuales claras, incluso en la esfera cognitiva.

Pero, ¿cómo podemos trasladar la actividad de una neurona o de una red neuronal a la complejidad de la conducta humana o, en nuestro caso, a la complejidad de la experiencia musical? Lo que resulta evidente en un primer golpe de vista, en un nivel que podríamos denominar macroestructural, es que el cerebro se divide en dos mitades, aparentemente iguales, los hemisferios cerebrales. La mitad izquierda recibe información y controla los movimientos de la parte derecha de nuestro cuerpo, de forma que las dos mitades de nuestro cerebro y de nuestro cuerpo están «cruzadas». Cada uno de los hemisferios parece cumplir una función biológica diferente. Así, en lo que se refiere a las habilidades musicales, diversos estudios de neuroimagen, que permiten detectar las áreas de activación cerebral durante la realización de una tarea particular, y el estudio de las consecuencias de lesiones cerebrales en áreas concretas han permitido inferir que el hemisferio izquierdo está implicado en la regulación precisa de las acciones motoras y en el establecimiento de un orden serial de secuencias motoras repetitivas. Desde el punto de vista perceptual, el hemisferio izquierdo participa en el análisis temporal de secuencias auditivas no verbales y desde hace tiempo es bien conocida su implicación fundamental en el procesamiento, comprensión y producción del lenguaje. Por el contrario, el hemisferio derecho controla la prosodia del lenguaje y la entonación en el canto. Así, las lesiones en el hemisferio derecho no alteran el lenguaje, pero dan lugar a la producción de un habla monótona, sin inflexiones. Contrariamente, las lesiones en áreas del hemisferio izquierdo hacen que el paciente no pueda hablar, pero, sin embargo, se mantiene la capacidad de cantar canciones con letra. En concreto, en la experiencia musical esta lateralización es muy evidente, y se dan procesos que implican primariamente a uno u otro hemisferio. El análisis de pacientes con lesión selectiva en uno u otro hemisferio cerebral ha permitido determinar la existencia de un procesamiento secuencial de la información musical, de tal forma que el hemisferio derecho realiza un reconocimiento inicial del contorno melódico y la métrica y, posteriormente, el hemisferios izquierdo realiza un análisis detallado de las características tonales y la identificación del intervalo y el ritmo. Ello permite sugerir la existencia de un sustrato neural fragmentado y específico para las dimensiones melódica y temporal, a cuya formación y desarrollo contribuirán la musicalidad y la conducta musical del individuo (Schuppert y col., 2000). El estudio neurológico de diversos casos de amusia (pérdida de la capacidad musical tras producirse una lesión cerebral) han permitido proponer que las tareas ligüísticas y musicales e incluso el procesamiento de la información de carácter melódico y rítmico dependen de estructuras cerebrales independientes. Esta disociación funcional tiene a su vez un correlato neurológico, de forma que podría hablarse de una organización en módulos funcionales. De hecho, la amusia puede producirse por la lesión de áreas discretas de muy pequeño tamaño, que con frecuencia se sitúan en un solo hemisferio cerebral. El análisis de estos casos de lesión concreta ha permitido concluir que el lóbulo temporal superior, una región específica de la corteza cerebral, juega un papel crucial en el procesamiento melódico.

La complejidad del procesamiento cerebral que lleva a cabo un músico implica una fenomenología biológica aún por esclarecer. Más aún cuando se ha podido comprobar que las áreas cerebrales activadas durante la audición musical son sustancialmente diferentes en personas con entrenamiento musical y en aquellas que no lo poseen. De entrada, se ha descrito una diferencia general entre personas «musicales» y «no musicales», sugiriendo que tal habilidad no se encuentra universalmente y, por tanto, asumiendo de forma implícita que existe un innatismo musical. Esto, en algunos casos, ha supuesto una cierta discriminación de aquellas personas que carecen de la habilidad musical innata. Un estudio británico sugería que más de tres cuartas partes de los educadores en música consideran que un niño no llegará a ser buen músico a menos que posea ese talento innato. De hecho, no existen por el momento evidencias científicas que apoyen la existencia de una base genética clara para la habilidad musical. El Estudio de gemelos de Minnesota establece un nivel de correlación para la habilidad musical mucho más bajo en aquellos gemelos criados separados que en los que han vivido en la misma familia, sugiriendo que la experiencia familiar contribuye sustancialmente al desarrollo de la habilidad musical. De igual manera, un estudio realizado con gemelos (Coon y Carey, 1989) concluyó que la habilidad musical en los adultos jóvenes está más influenciada por los aspectos educacionales que por los aspectos genéticos. Así pues, la propia plasticidad cerebral conlleva que no caigamos en la tentación de rechazar a aquellas personas que no poseen esta habilidad innata para el ejercicio de la música.

La habilidad musical
Lo que podríamos denominar «habilidad musical» no es en realidad un concepto unitario. Se trata, en realidad, de un conjunto de habilidades y aptitudes musicales concretas que incluyen elementos perceptivos, ejecutivos y de memoria, tanto sensoriomotora como de memoria tonal, o imaginería auditiva. Dentro de las aptitudes concretas podríamos mencionar las relativas al tono, timbre, ritmo, intensidad o armonía, tanto en sus aspectos perceptivos como ejecutivos. Tales aptitudes concretas pueden ser específicas o aparecer de forma conjunta en un mismo individuo.

Elementos perceptivos
La audición es la función básica y fundamental de la conducta musical. El sonido es un fenómeno puramente mecánico producido por vibraciones físicas. Sin embargo, posee unos parámetros fundamentales: tono, timbre e intensidad, cuya discriminación requiere una complejísima organización neuroanatómica. Las ondas sonoras son recogidas por un conducto en cuyo extremo se halla una pequeña membrana interna, el tímpano. Las vibraciones del aire hacen que el tímpano vibre. Esta vibración del tímpano en respuesta a cambios de presión es solamente el inicio de una larga cadena de acontecimientos que, en última instancia, dan lugar a la percepción del sonido. La vibración del tímpano se transmite, aún en un proceso puramente mecánico, a través de tres pequeños huesecillos del oído medio hasta otra membrana, la ventana oval, una abertura ósea situada en la pared de la cóclea. Esto provoca la vibración de la membrana basilar, que traduce el estímulo mecánico en impulsos eléctricos. Estos impulsos eléctricos viajan a través de diversos haces de vías nerviosas (conjuntos de axones) hasta la corteza auditiva, donde es interpretado. Sin embargo, la discriminación auditiva permite diferenciar elementos concretos del estímulo sonoro organizado. Los tonos, por ejemplo, se reconocen porque estimulan regiones anatómicas diferentes en el oído interno y esta organización se mantiene a lo largo del recorrido del nervio auditivo que, a su vez, sinapta con áreas específicas de la corteza auditiva, en lo que denominamos una organización tonotópica. Actualmente, se admite que existe una corteza auditiva de procesamiento «grosero» del estímulo auditivo, cuya misión es categorizar el estímulo sonoro y otra más especializada, responsable de la integración de la sensación auditiva con conceptos e ideas almacenadas en la memoria, permitiendo, por comparación con experiencias previas, la interpretación de esta sensación en el marco de cánones estéticos, culturales o personales.

Esta percepción categórica auditiva nos permite reconocer múltiples variaciones de una misma señal, agrupándolas en unidades mayores. Esta habilidad es lo que nos permite reconocer las sílabas o las notas musicales. Así, la modalidad sensorial auditiva incluye dos procesos cognitivos cualitativamente diferentes: lingüísticos y musicales. Existe, de hecho, una relación estrecha entre música y lenguaje en el nivel perceptual, de forma que ambos sistemas pueden ser considerados como sistemas formales elaborados, capaces de transmitir una información concreta, pero también unos valores culturales, sociales, emocionales e intelectuales.

El estudio de diversos casos de lesión cerebral ha demostrado que el hemisferio derecho produce una discapacidad específica para el reconocimiento de la información musical. Por el contrario, lesiones en el hemisferio izquierdo producen alteraciones en tareas de memoria musical (Ayotte y col., 2000). Por otra parte, en diferentes estudios en los que se han empleado técnicas de imaginería cerebral, se ha podido demostrar que los músicos establecen una percepción categórica para los tonos similar a la que se establece para las consonantes en el lenguaje. Para ello, la información musical se lateraliza de forma diferente en los profesionales de la música que en aquellas personas cuya relación con la experiencia musical es meramente recreativa, de forma que la información musical es interpretada en los primeros por el hemisferio izquierdo, estableciendo un nivel profundo de análisis, mientras que en los segundos la información se dirige hacia el hemisferio derecho, en el que únicamente se capta el contorno melódico, sin penetrar en un nivel analítico profundo. Así, podemos concluir que el sonido musical organizado se articula en diversos parámetros, cuya discriminación y análisis son realizados por el sistema auditivo. La integración y reelaboración de esta información depende de la habilidad tonal innata y de la experiencia previa de cada individuo.

En lo que se refiere al procesamiento cognitivo de la experiencia musical, existen pocos trabajos que aborden esta cuestión de forma sistemática. Uno de ellos evalúa las variaciones en la actividad eléctrica cerebral ante el estímulo musical. En concreto, investiga la influencia de un precontexto musical sobre el procesamiento de la información en músicos y en personas no dedicadas profesionalmente a esta actividad. En el estudio se introdujeron en secuencias de acordes elementos sonoros no esperados. Estos sonidos provocaban una activación básicamente en el hemisferio derecho, que se correlacionaba directamente con la experiencia musical o el contexto armónico previo (Koelsch y col., 2000).

Existen, dentro del sistema cerebral de percepción auditiva, otros elementos interesantes que constituyen lo que denominamos «habilidades tonales» específicas. Así, somos capaces, por ejemplo, de establecer una audición selectiva. Es decir, podemos ignorar determinados estímulos sonoros y esto se consigue, desde el punto de vista biológico, impidiendo la transmisión del impulso nervioso a través de los haces de axones. Una de las habilidades tonales más apreciadas es lo que se denomina tono u oído absoluto. Se trata de la capacidad de producir a voluntad una frecuencia concreta, sin un sonido de referencia. Esta habilidad, que en algunos ámbitos culturales ha sido considerada como indispensable para poder realizar estudios musicales, se traduciría, a nivel biológico, en una representación cerebral estable del tono. Se ha discutido largamente acerca del innatismo de esta cualidad, sin embargo, no se ha podido establecer con claridad si aparece de forma congénita o es algo adquirido a través de la experiencia auditiva temprana. Actualmente sabemos que los músicos que lo poseen presentan una asimetría en una de las regiones cerebrales más relacionadas con el lenguaje, el planum temporale. Muchos aspectos del procesamiento melódico dependen de la integridad de las cortezas temporal superior y frontal y, más específicamente, las regiones de corteza auditiva situadas en el giro temporal superior derecho se encuentran implicadas en el análisis del tono y el timbre. De igual forma, la memoria de trabajo para los tonos musicales depende de la interacción entre las cortezas temporal y frontal. Al contrario que el oído absoluto, la habilidad armónica y el sentido del centro tonal, van aumentando con la edad y son fenómenos básicamente culturales, de forma que las preferencias por la consonancia o la disonancia no son en absoluto transculturales.

Otro elemento que condiciona de forma muy importante el tipo de habilidad musical es la memoria tonal, o memoria para configuraciones secuenciales de tonos. Esta memoria va aumentando con la edad, pero no con el grado de experiencia musical, si bien esta habilidad se pierde más fácilmente en individuos con una experiencia musical limitada. Más aún, niveles elevados de experiencia musical en personas de edad avanzada atenúan el efecto negativo de la edad sobre la memoria y la velocidad de percepción (Meinz, 2000). Relacionada con esta cualidad está la imaginería auditiva, entendida como la representación auditiva musical en ausencia de sonido físico. Ambas son muy apreciadas entre determinados sectores de músicos profesionales, como los directores o los compositores.

Elementos ejecutivos
La música requiere el desarrollo y la integración de programas motores complejos y elevados niveles de competencia en tareas visuoespaciales, secuenciales y propioceptivas en relación con tareas motrices concretas, que se refieren, de forma más específica, a aspectos de motricidad fina. Es necesario, asimismo, para poder ejecutar una pieza instrumental, desarrollar una exquisita coordinación bimanual de actividades bien similares o bien divergentes. Sin embargo, estas tareas puramente motoras deben estar sustentadas por un fino ajuste audiomotor y por una memoria específica para tareas motoras complejas. Los elementos neurológicos que sustentan tales funciones son la corteza sensorial y motora, básicamente a nivel del hemisferio izquierdo, donde se realiza el análisis temporal y la regulación precisa de las secuencias motoras, y el cerebelo, que ajusta los movimientos de forma precisa otorgándoles las cualidades de velocidad, fuerza y localización requeridas. Es importante subrayar aquí que el desarrollo más lento y tardío de los sistemas cerebrales motores hacen que las limitaciones madurativas sean más importantes en los aspectos sensoriomotores. El aprendizaje de secuencias motoras exige no solamente un desarrollo mecanicista, sino un complejo ajuste audiomotor que relacione de forma muy fina la audición con la respuesta motora. En este aprendizaje, el elemento reforzador más importante es la combinación del tacto y la propiocepción.

De hecho, se ha podido comprobar que la experiencia musical temprana influye sobre la organización estructural del cerebro de forma que la edad de inicio de la enseñanza musical afecta al grado de crecimiento de la corteza sensorial. Sin embargo, este efecto no solamente tiene consecuencias sobre las habilidades perceptivas, sino que afecta al desarrollo de las funciones cognitivas. Así, se ha relacionado la dedicación a la música con el desarrollo de determinados tipos de memoria o con la ejecución de determinadas tareas cognitivas. En este sentido la ejecución de tareas sensoriomotoras finas se puede adaptar a la velocidad de la música, de forma que secuencias tonales rápidas la aceleran, pero sin embargo, no se modifica en función de un metrónomo (Nittono y col., 2000). Asimismo, la realización de una prueba de matemáticas se ve incrementada por la audición de música de Bach o de Mozart (Bridgett y Cuevas, 2000).

De todo lo expuesto se concluye que la audición e interpretación musical desarrollan aptitudes motoras, perceptivas y cognoscitivas y activan procesos afectivos y de socialización, hasta el punto de que se ha considerado la actividad musical como un sistema de introducción en el marco cultural. Pensemos que una de las características más sobresalientes del cerebro humano es precisamente su capacidad para modificar su propia estructura y función en respuesta a la experiencia a la que se le somete. Esta capacidad plástica es común a todo el cerebro, pero presenta una clara especialización regional, con una precisa topografía sensorial, motora y asociativa, de tal forma que la estimulación de una áreas influye no solamente en el desarrollo de esa área concreta, sino sobre el desarrollo general del cerebro.

Mara Dierssen Sotos es organizadora y coordinadora de la «Semana Mundial del Cerebro de Barcelona», el mayor evento mundial para la promoción de las neurociencias. Es investigadora del Centro de Regulación Genómica (CRG) y presidenta del IBANGS (International Behavioral and Neural Genetics Society).

Más información en Biomedia:
Dossier: Neurología
Seis preguntas sobre el cerebro, objeto y sujeto de las neurociencias. Entrevista a Mara Dierssen, investigadora del CRG. Raimundo Roberts (24/10/03)
Premio Ramón Trias Fargas para Mara Dierssen, del Centro de Regulación Genómica (13/06/03)
Más información en la red:
Laboratorio de Análisis neuroconductual. Programa de Genes y Enfermedad, CRG: http://www.crg.es/proyectos.asp?WebIdioma=Castella&ingid=30




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[Este artículo fue realizado para Eufonía, en el 2001]